La estrategia responde a la pregunta sobre qué debe hacerse en una determinada situación. Establecer un plan de acción propio, interpretar el plan del oponente, tener una orientación del curso que pueden tomar los acontecimientos en el futuro son los principales elementos que forman parte de una estrategia.
La táctica contesta a la pregunta de cómo llevamos a cabo nuestros planes e ideas. Calcular con exactitud cada movimiento, encontrar maniobras, combinaciones o recursos para mejorar nuestra posición es competencia de la táctica.
La relación entre los dos conceptos es fundamental. No es posible aplicarlos en forma independiente. Sin táctica la estrategia nunca podría concretarse, ya que no encontraríamos el camino para coronar con éxito los planes que diseñamos. Sin estrategia ni lineamientos generales, la táctica no tendría objetivos claros y su aplicación sería errónea.
Ejemplo.
A partir de 1946, Estados Unidos implementó una estrategia de “containment” (contención) del comunismo en cualquier lugar del mundo en que éste se encontrara agresivo o amenazante.
Para ello desplegó una gran variedad de tácticas: en Europa reconstruyó económicamente a las naciones en su esfera de influencia luego de la guerra con el llamado “Plan Marshall” a partir de 1946. Poco tiempo después creó la Organización Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1949. En Asia libró dos cruentos conflictos militares en Corea (1950-53) y Vietnam (1964-72). En África y América participó indirectamente de numerosos golpes de estado, como por ejemplo en Chile (1973).
Las consecuencias de la estrategia provocaron la llamada “Guerra Fría”, la división del mundo en dos bloques antagónicos (occidente-oriente o capitalismo-comunismo) y la posibilidad, todavía latente en nuestros días, de un conflicto nuclear.
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